La compañía Intel confirmó a El Financiero que está realizando despidos en Costa Rica.
Estos despidos se realizan como parte de la estrategia global de la empresa.
La disminución de personal había sido anunciada varios meses atrás.
Intel es una de las compañías tecnológicas en sede en Costa Rica con mayor antigüedad e importancia en el entorno.
“Como anunciamos a principios de este año, estamos tomando medidas para convertirnos en una empresa más ágil, rápida y eficiente”, se explicó mediante declaraciones vertidas por correo electrónico.

“Eliminar la complejidad organizacional y empoderar a nuestros ingenieros nos permitirá atender mejor las necesidades de nuestros clientes y fortalecer nuestra ejecución”, se añadió.
“Estas decisiones [a nivel global] se han tomado tras un análisis cuidadoso de lo que se necesita para preparar a nuestro negocio para el futuro, y trataremos a las personas con cuidado y respeto mientras completamos este trabajo tan esencial”, concluyó la empresa.
Intel Costa Rica no informó la cantidad de personas afectadas por estos despidos.
Impacto en Costa Rica
La historia de Intel en Costa Rica comenzó en 1997, cuando la multinacional estadounidense eligió al país para instalar una planta de ensamblaje y prueba de microprocesadores.
Esta decisión marcó un hito en la economía costarricense, ya que representó la mayor inversión extranjera directa registrada hasta ese momento y transformó el perfil productivo nacional, tradicionalmente enfocado en la agricultura y el turismo, hacia la tecnología y la manufactura avanzada.
La planta de Intel inició operaciones en abril de 1998 en La Ribera de Belén, Heredia, con la participación de 950 pioneros costarricenses. Rápidamente, la empresa se convirtió en un motor de exportaciones: en 1999, los microcircuitos representaron el 40% del total exportado por el país y la compañía llegó a aportar más del 4% del PIB nacional. Además de la manufactura, Intel fue incorporando áreas de investigación, desarrollo y servicios corporativos, ampliando su impacto en el ecosistema tecnológico local.
En 2014, Intel anunció el cierre de su planta de ensamblaje y prueba en Costa Rica, trasladando esas operaciones a Asia. Sin embargo, la empresa mantuvo y fortaleció su Centro de Investigación y Desarrollo, así como el Centro de Servicios Globales, consolidando a Costa Rica como un hub de innovación y servicios de alto valor agregado. Durante este periodo, la compañía continuó generando empleo y contribuyendo al desarrollo de talento especializado en ingeniería y tecnología.
A finales de 2020, Intel anunció el retorno de las operaciones de ensamblaje y prueba al país, con una inversión inicial de $350 millones, que posteriormente se incrementó a más de $600 millones. Esta reactivación respondió a la creciente demanda global de semiconductores y a la confianza en el talento costarricense, la infraestructura existente y el régimen de zona franca. Para 2022, la planta de Belén fue oficialmente reinaugurada, consolidando a Costa Rica como un eslabón clave en la cadena de suministro global de la industria de semiconductores.
Según la última información oficial, Intel Costa Rica cuenta con más de 3.700 colaboradores directos y miles de contratistas, operando en áreas de manufactura, investigación, desarrollo y servicios corporativos. La empresa ha invertido más de $1.200 millones en los últimos años.
Problemas recientes
En los últimos cinco años, Intel ha enfrentado una etapa de grandes desafíos a nivel global.
La compañía, que históricamente lideró el mercado de semiconductores, ha visto una fuerte presión competitiva por parte de rivales como AMD, Nvidia, TSMC y Samsung, especialmente en áreas clave como la fabricación de chips avanzados y la inteligencia artificial.
Intel ha tenido dificultades para mantener el ritmo en la transición a tecnologías de proceso más pequeñas y eficientes, lo que ha permitido a sus competidores ganar terreno en segmentos de alto crecimiento, como los centros de datos y la computación en la nube.
Además, la empresa no logró capitalizar el auge de los procesadores gráficos (GPU) para inteligencia artificial, quedando rezagada frente a Nvidia en este sector estratégico.
En el plano financiero, Intel ha experimentado una caída sostenida en sus ingresos y valor bursátil. Entre 2021 y 2024, los ingresos anuales disminuyeron de $79.000 millones a poco más de $53.000 millones, reflejando una pérdida de participación de mercado y márgenes de ganancia más bajos.
En 2024, la empresa reportó pérdidas significativas y fue excluida del índice Dow Jones Industrial Average, un golpe simbólico a su prestigio.
La situación llevó a la salida de su CEO Pat Gelsinger en diciembre de 2024 y a la implementación de recortes masivos de personal, con planes de eliminar hasta el 20% de su fuerza laboral en 2025, en un esfuerzo por reducir costos y simplificar la estructura organizativa.
A pesar de este contexto adverso, Intel ha anunciado una estrategia de reestructuración y apuesta por la innovación para recuperar su liderazgo.
Bajo la dirección de nuevos ejecutivos, la empresa está enfocándose en mejorar la eficiencia operativa, acelerar el desarrollo de nuevas tecnologías de fabricación (como los nodos 20A y 18A) y expandir su negocio de fundición para clientes externos.
Intel también ha reforzado su compromiso con la investigación y el desarrollo, buscando reposicionarse como un actor relevante en la industria de semiconductores y en mercados emergentes como la inteligencia artificial y la conducción autónoma.
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Este artículo fue publicado por un editor de El Financiero asistido por un sistema de inteligencia artificial.