Intel anunció este jueves 24 de mayo que se llevará de Costa Rica sus operaciones de ensamblaje y prueba de microprocesadores.
La compañía tomó una decisión similar hace poco más de una década.
En abril de 2014, Intel anunció el cierre de su planta de ensamblaje y prueba en Costa Rica.
Esta decisión representó un fuerte golpe para la economía costarricense, pues obligó al despido de 1.500 personas y redujo de forma significativa el peso de Intel en las exportaciones nacionales. En 2013, Intel representó el 20% de las exportaciones del país.
La empresa trasladó en ese momento a Vietnam y Malasia sus operaciones de ensamblaje y prueba, que durante años habían sido un elemento de importancia para el impulso de la industria tecnológica y la generación de empleo de alta calidad en Costa Rica.
El cierre no significó un retiro total: Intel optó por mantener en Costa Rica su Centro de Investigación y Desarrollo (I+D) y el Centro de Servicios Globales, conservando una relevante presencia de personal calificado en diseño, validaciones y servicios empresariales.
Sin embargo, Costa Rica perdió parte de su protagonismo en la cadena global de valor, y los microchips costarricenses dejaron de figurar entre los principales productos de exportación.
La compañía justificó la decisión con varios argumentos. Intel señaló que, tras un “extenso análisis”, concluyó que la mejor solución de largo plazo para maximizar la eficiencia y la efectividad operacional a nivel mundial era cerrar sus operaciones de ensamblaje y prueba en Costa Rica y trasladarlas a Asia, algo similar a lo que está argumentando en 2025.
También dijo que el cierre en Costa Rica formó parte de un plan global de reestructuración, motivado por la necesidad de reducir gastos y ajustar la compañía a los cambios del mercado tecnológico y la caída en la demanda mundial de computadoras personales.

El regreso de la planta
A finales de 2020, Intel sorprendió anunciando una inversión de $350 millones para reiniciar las operaciones de manufactura (ensamblaje y prueba) en Costa Rica, después de seis años de ausencia en dicho segmento.
El argumento principal fue la necesidad de ampliar su capacidad global para responder a la alta demanda de semiconductores y la infraestructura, talento y seguridad jurídica que todavía ofrecía el país.
La reapertura oficial de la planta de ensamblaje y prueba, en el segundo semestre de 2021 en su sede de San Antonio de Belén, marcó una nueva etapa de crecimiento.
Proyectando la contratación de al menos 200 personas, Intel apostó nuevamente por el talento costarricense, reconociendo las condiciones favorables del régimen de zona franca y el ecosistema competitivo de Costa Rica en la industria tecnológica. Estas instalaciones se sumaron a sus ramas de I+D y servicios globales.