Camino por San José casi todos los días, pero esta vez la razón que me trae al llamado centro histórico de nuestra capital es inusual, algo que hago por primera vez. El punto de encuentro es el edificio Steinvorth, un histórico inmueble que antes ocupó toda una esquina sobre la calle 1 y avenida Central, pero que, víctima de una visión de modernidad voraz, quedó reducido a una fachada de 25 metros de frente, engullido por la ciudad.
Estoy aquí para encontrarme con un grupo con el que haré un tour por San José. El olor a café que inunda el espacio sirve como antesala a lo que veremos durante las siguientes tres horas: una caminata guiada por tres cafeterías donde esta bebida será el tema central.
A las 10:00 a.m. puntual llega Alejandro Mora, el fundador en 2015 de la agencia La Compañía, que ofrece este tour en su catálogo de caminatas por San José, y quien guiará al grupo de cinco personas.
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Nos sentamos a una mesa y Alejandro inicia la conversación contando qué se hará y cuáles son las tres paradas que nos esperan. La primera está aquí mismo en el Steinvorth, es la cafetería La Mancha.
El guía, quien es historiador pero a la vez un apasionado por el café, nos explica sobre la composición de la semilla de este fruto, los métodos de extracción y nos da detalles sobre el café que probaremos.
Dentro de la conversación se cuelan curiosidades sobre la historia y la arquitectura de San José. Alejandro habla de la revalorización de la ciudad y de lugares como el Steinvorth, sitios históricos que pasan desapercibidos. “Lo que no se ve desde la avenida Central no existe”, lanza al aire como una queja.

La Compañía es solo una de las agencias que habla de esta revalorización. Otros colectivos y agencias ofrecen también paseos temáticos por San José. Chepecletas, San José a pie, City Striders o Chepetown son algunos de ellos, a los que se suman empresas internacionales e iniciativas públicas como el Art City Tour. Más agencias significa también más personas nacionales y extranjeras interesadas en explorar la capital, un fenómeno visible especialmente en los últimos tres años, dice Alejandro.
Esto puede estar relacionado con algunas facilidades ―aunque pocas― que la Municipalidad de San José ha otorgado, como espacios de parqueo de turismo, seguridad turística y alguna señalización especial.
Chepecletas es uno de estos grupos. Este colectivo nació en 2010 con el objetivo de acercar a las personas a San José e impulsar la movilidad en bicicleta y a pie. Aunque dejaron de lado las actividades públicas masivas en bicicleta, han reforzado las caminatas por la ciudad.
Este colectivo organiza una caminata guiada a la semana, generalmente en las noches, de diferentes temas y enfocadas en el público nacional. En cada una recibe entre 35 y 40 asistentes.
Roberto Guzmán, fundador de Chepecletas, es testigo del interés de los costarricenses por conocer su capital, algo que para él se ha mantenido desde que empezaron en el 2010.
“Veo un interés sostenido desde el 2010 hasta hoy. Uno pensaría que antes no lo había y ahora sí, pero el interés lo vimos desde el inicio. Lo que ha cambiado es que hay más colectivos compartiendo información sobre San José, hay más difusión”, comentó Guzmán.
Esto también lo ve La Compañía. A pesar de que su público es hasta un 70% extranjero, la visita de nacionales es creciente. Se trata de un mix de perfiles: gente que vive fuera de San José, grupos de colegios, adultos mayores, familias; en general son personas de entre 30 y 60 años, que tienen intereses específicos y educación secundaria o superior. En temporada alta esta agencia atiende hasta 50 personas por semana. Algunos comentarios usuales son “yo no sabía que esto estaba acá” o “soy turista en mi propia ciudad”.
Un ejemplo de ellos son quienes me acompañan en esta caminata de café. Madelaine Toyloy y Xenia Sancho están asistiendo por segunda vez a una actividad de este tipo. Aprovecharon la visita de una semana de Madelaine, quien es panameña, para repetir la experiencia.
“Tengo toda la vida de vivir en San José y hay cosas que uno no sabe de la ciudad que recorre”, cuenta Xenia.

Realzar lo que queda
Luego de cerca de una hora en el Steinvorth en la que degustamos uno de los cafés de La Mancha, seguimos nuestra caminata hacia la segunda parada: el Mercado Central. Es mediodía y San José suena, huele y se siente con el sol que quema.
De camino al mercado Central nos desviamos hacia el Parque Central. En la esquina noreste, Alejandro nos muestra un grupo de cafetos sembrados en una amplia macetera. Algunos tienen semillas a la vista. Mientras tanto, a nuestra izquierda se congrega un grupo de visitantes extranjeros que escuchan con atención a su guía en inglés.

Para limpiar el paladar luego del café cítrico que probamos de primero, en el café Central el tour incluye un café tradicional chorreado. Aquí Alejandro nos explica sobre las regiones cafetaleras de Costa Rica y los diferentes procesos que existen para preparar y tostar el grano, lo que influye en su sabor.
El lugar en el que estamos, el Mercado Central, suele ser una de las paradas en los walking tours por San José, uno de los edificios patrimoniales que le quedan a la ciudad. Pero, para los guías, la capital aún tiene joyas que exponer.
Uno de los ganchos principales de los walking tours son los edificios históricos que todavía existen. También se habla de algunos detalles curiosos, como los primeros tanques de agua de San José que siguen en pie, cerca del hospital Calderón Guardia. La naturaleza urbana es parte de lo que los guías consideran atractivo de la ciudad, incluso se han organizado caminatas de observación de aves, y se ven más de las que uno pensaría en medio de una ciudad.
“Antes de que los turistas internacionales aprecien la ciudad, tenemos que apreciarla los costarricenses”.
— Jorge Mata, director de Chepetown.
Las agencias han sido creativas en construir nuevos tours con lo que San José ofrece. Por ejemplo, Chepecletas en conjunto con Chepetown, ha ideado uno al que llaman “el cuadrante infinito”, que recorre una sola acera que une diferentes puntos de la ciudad sin cruzar una sola calle.
La Compañía, por su parte, tiene un tour de cementerios, inspirado en algo similar que ve en otros países, y otro más al que bautizaron como “asesinados, ahorcados y mitos”, que cuenta de forma sarcástica varios hechos ocurridos en los barrios Amón y Otoya.
“San José engaña. Uno dice ‘qué cosa más fea o qué estorbo’, pero creo que hay cosas en cada esquina de las que uno puede aprender”, me dice Madelaine, una de mis acompañantes en el tour de café.


Vivir de la ciudad
Después del café en el Mercado Central, recorremos por algunos minutos los pasillos interiores del edificio. Admito que, por mucho que lo visite, el Mercado sigue siendo un laberinto para mí.
Salimos de nuevo a la avenida Central, donde ventas ambulantes, vehículos y semáforos crean una banda sonora única de este bulevar.
Caminamos unas cuadras en dirección a nuestra tercera y última parada: la cafetería Alma de Café, dentro del Teatro Nacional.
Desde fuera el establecimiento pasa casi desapercibido. Dentro, nos encontramos con mesas abarrotadas. En el medio, en una unión de varias mesas, un gran grupo de extranjeros prueban diferentes cafés, probablemente como parte de otra caminata.
Alejandro nos cuenta que en esta tercera parada el tour incluye un café tipo bandera, esos cuyos ingredientes forman franjas horizontales de distintos tonos. El sabor es dulce y hace las de postre.
En este espacio la conversación del grupo se relaja. Se habla del Teatro, de sus alrededores, de San José, de la vida. Son casi la 1:00 p.m. y mis acompañantes empiezan a despedirse.
Para Alejandro la jornada continúa. Tiene programado en media hora el inicio de otra caminata, esta vez el tradicional walking tour, su actividad más vendida, para un grupo de seis extranjeros.
Aunque el guía es docente universitario e investigador, las caminatas de La Compañía son su principal trabajo. Inició guiando por solicitud de amigos, que tenían invitados y se los encomendaban a él por ser historiador. Desde el segundo año, cuando empezó a ofrecer paseos de forma más continua, se dio cuenta de que podía vivir de eso.
“Yo sí puedo decir que es rentable, se puede, pero yo tengo una tarifa fija, tengo expertise y los reviews hablando por sí solos”, me dice cuando seguimos la conversación al terminar el tour de café.

Los otros colectivos también han logrado rentabilidad en el oficio de vender San José a extranjeros y nacionales. Chepetown, por ejemplo, ha tomado forma de guía de actividades de San José con sus redes sociales. Solo en Instagram, suma 137.000 seguidores, lo que le permite a su director, Jorge Mata, dedicarse meramente a este proyecto debido a los ingresos del contenido patrocinado, el alcance de sus publicaciones y las caminatas que hace con Chepecletas. Mata emplea a entre cuatro y seis personas para el proyecto, aunque no todos están a tiempo completo.
Roberto, de Chepecletas, se dedica exclusivamente a su labor de guía. No solo realiza las caminatas semanales, sino que ha encontrado un nicho en actividades privadas, ya sea a pie o en bicicleta, para grupos de extranjeros y nacionales. Dependiendo de la actividad, se requiere del trabajo de más guías y de otro personal.
“Hay estigmas de San José, pero al final el espacio está, hay que utilizar, valorizarlo… San José es riquísima en muchos aspectos”.
— Alejandro Mora, fundador de La Compañía.
Más vida en San José
A pesar del romanticismo con el que hablan de San José, los guías son críticos con algunos aspectos de la ciudad que aún pueden mejorar para hacer más plácida la experiencia de transitar, hacer turismo y, sobre todo, vivir en ella.
Alejandro reclama la falta de más señalética histórica que evidencie la existencia de edificios o espacios relevantes para la ciudad. La petición común es la recuperación del patrimonio que aún sobrevive. Roberto incluso sugiere revisar la Ley de Patrimonio Histórico Arquitectónico (7.555) para facilitar la conservación de inmuebles.
“A algunas personas les asusta recibir en herencia un edificio patrimonial porque temen que se convierta en un castigo y no en un premio”, cuenta el guía.
Otra idea compartida es la necesidad de que más gente viva en San José para que no funcione como un comercio que tiene hora de inicio y cierre, sino que la actividad urbana siga durante la noche para crear un espacio más vivo y seguro. Esto debería ir acompañado de espacios más accesibles y caminables.
Por último, Roberto considera valioso integrar más la biodiversidad a la ciudad y conectar los diferentes espacios verdes que existen, de forma que San José sea la puerta a la Costa Rica verde que se promociona en el exterior.
La charla termina porque el tiempo apremia. Salimos del Teatro, nos despedimos y veo a Alejandro perderse de nuevo entre el gentío de la avenida Central. Un nuevo tour por San José le espera.