El sector comercio atraviesa un 2025 turbulento en medio de las restricciones impuestas por el gobierno de Donald Trump. Mientras los aranceles generaron el remezón inicial en el sector exportador internacional, los colorantes añaden presión a la estrategia sociopolítica de la potencia norteamericana.
El Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos (EE. UU.) y la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA, por sus siglas en inglés) decidieron eliminar gradualmente el uso de aditivos sintéticos en alimentos. La primera restricción de la administración Trump recayó sobre el llamado Rojo 3 en enero pasado y, más adelante, se extendió al Rojo Cítrico 2 y al Naranja B. La decisión responde principalmente a preocupaciones sobre la salud pública y la seguridad alimentaria.
La eliminación abarca seis colorantes más que serán retirados del mercado en los próximos años. Ante esta situación, el Ministerio de Salud informó que iniciará un proceso técnico de revisión de los colorantes autorizados en Costa Rica, cuyo resultado aún no se conoce.
En todo caso, el resultado de la investigación de Salud servirá de poco a los exportadores de productos alimenticios ticos a EE. UU. La potencia norteamericana es el principal socio comercial de Costa Rica, recibiendo aproximadamente el 47% del valor total de las exportaciones costarricenses en 2024. Las exportaciones del sector de industria alimentaria Costa Rica representó en 2024 unos $2.275 millones y registró un crecimiento del 8% en relación con 2023, según datos del Ministerio de Comercio Exterior (Comex). Entre los productos exportados que pueden incluir colorantes se cuentan salsas, jaleas, jugos, repostería (incluyendo galletas) y snacks. Así que cumplir con la legislación norteamericana es clave para muchas empresas.
La industria nacional defiende el uso del Rojo 3 al señalar que no existen pruebas concluyentes sobre su relación con el cáncer en humanos. Por su parte, los nutricionistas subrayan los posibles daños que estos compuestos pueden causar a la salud.

Prohibición comercial
La medida dentro del país norteamericano es la siguiente: en los próximos meses la industria debe eliminar el Rojo Cítrico 2 y el Naranja B; a finales del 2026 el Verde 3, Rojo 40, Amarillo 5, Amarillo 6, Azul 1 y Azul 2.
Asimismo, las empresas deberán eliminar el uso del colorante Rojo 3 antes del 2028. La razón detrás de esto es la Cláusula Delaney de la Ley Federal de Alimentos, Medicamentos y Cosméticos, la cual prohíbe a la FDA autorizar un aditivo alimentario o colorante si comprueba que induce cáncer en humanos o animales.
“Dos estudios mostraron cáncer en ratas macho de laboratorio expuestas a altos niveles de Rojo 3 debido a un mecanismo hormonal específico de la rata”, manifestó la FDA sobre la razón que orilló a la entidad a establecer el nuevo parámetro.
La precaución de posibles riesgos para la salud también provocó que años atrás la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) prohibiera el uso del colorante Rojo 3 en los alimentos que se comercializan en la Unión Europea (UE).
La restricción del Rojo 3 provocó que en el país se utilizara en menor medida años atrás, aunque aún no está prohibido su uso. Jaime Morales, vicepresidente de la Cámara de Comercio Exterior (Crecex), indicó a El Financiero que, cuando se dio la eliminación de dicho colorante en la UE, “las empresas se vieron en la obligación de revisar sus procesos para validar que cumplieran con las disposiciones sanitarias en los países de destino”.

Aunque la vinculación con el cáncer en humanos aún no se comprueba, un estudio de la Oficina de Evaluación de Peligros para la Salud Ambiental de California cobra protagonismo sobre los efectos de los colorantes en los niños. El análisis relaciona el consumo de colorantes artificiales con trastornos de comportamiento en algunos niños.
La administración Trump se propuso eliminar cualquier ingrediente que pueda vulnerar la salud de los consumidores. Esta decisión reavivó el debate global sobre los posibles riesgos de los colorantes sintéticos, pero ahora trasciende a políticas comerciales.
De acuerdo con el área técnica de la Cámara de Exportadores de Costa Rica (Cadexco), los exportadores nacionales ya están realizando ajustes en varias direcciones “como la modernización de fórmulas, reforzar el control de calidad y la migración hacia colorantes naturales como concentrados de frutas y vegetales mediante la adopción de tecnologías, resistentes a cambios de sabor o acidez”.
Poca relevancia tiene para el comercio exterior lo que logre concluir a nivel local el Instituto Costarricense de Investigación y Enseñanza en Nutrición y Salud (Inciensa), ya que la directriz de EE. UU. está en firme y todos los comerciantes que quieran continuar su relación con la potencia norteamericana deberán someterse a las nuevas reglas.
Posiciones encontradas
Costa Rica está sujeta al Reglamento Técnico Centroamericano (RTCA), el cual establece la cantidad máxima de colorante permitido en distintos tipos de alimentos. La norma vela para que la dosis indicada no perjudique la salud.
Si bien la industria cumple con los lineamientos de la región, el Colegio de Nutricionistas insiste en el potencial que tienen los alimentos con colorantes sintéticos en consumidores en edad escolar o con padecimientos previos.
Merryam Alfaro, nutricionista y tecnóloga de alimentos del Colegio de Nutricionistas, aseguró que las personas con alergias o intolerancias alimentarias, personas con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), pacientes con enfermedades gastrointestinales (como síndrome del intestino irritable o enfermedad de Crohn) y con sensibilidad química múltiple son los grupos vulnerables a los aditivos sintéticos derivados del petróleo.
Édgar Gutiérrez, tutor de Microbiología de Alimentos y de la carrera de Ingeniería Agroindustrial de la Universidad Estatal a Distancia (UNED), no descarta los efectos mencionados por Alfaro, pero se enfoca en que las reacciones de salud se dan en pequeños grupos de personas. Además, subraya que todas las marcas están en la obligación de indicar en su etiqueta los ingredientes que contienen, y con esa información los consumidores toman la decisión de adquirir el producto de acuerdo a su condición de salud.
La opción que brindan las autoridades como FDA y el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU. es que se sustituya el aditivo por colorante natural. Gutiérrez comentó que el costo de la producción puede elevarse según el producto debido al cambio de aditivo porque “si a un consomé cuyo valor es de ¢300 se le cambia el colorante a natural, su precio se cotiza al doble”.
Pese a sus diferencias, la industria y los expertos en nutrición coinciden en algo: los colorantes no ofrecen ningún aporte nutricional y, aunque se ingiera una dosis 100 veces mayor que la permitida, el riesgo para la salud sería mínimo, sobre todo si se compara con el daño comprobado del exceso de sodio (sal).
Mario Montero, vicepresidente ejecutivo de la Cámara Costarricense de la Industria Alimentaria (Cacia), estimó que la influencia de EE. UU. en Centroamérica generará que se ajusten las medidas de producción en el sector alimentario.
Aunque la ciencia aún debate los riesgos, el comercio será el encargado de imponer las reglas.