Caminar puede ser un excelente ejercicio o un paseíto chilling... Ambas opciones están bien, pero cumplen objetivos distintos.
Si quiere que su caminata cuente dentro de los 150 minutos semanales de actividad física moderada que recomienda la OMS, necesita esforzarse.
“Para mantener un nivel mínimo de esfuerzo, hay que desafiarse constantemente, lo cual implica enfocarse en la intensidad”, dijo la fisioterapeuta Antonina Stevens a Harvard Health Publishing.
La intensidad se mide mediante las zonas de entrenamiento, basadas en su ritmo cardiaco.
Para ello, puede contar los latidos durante 15 segundos y multiplicar por 4 para ver si está dentro del rango que desea.
O delegárselo a su reloj inteligente, que imagino tendrá un monitor cardíaco incorporado.
Pero hay personas a las que no les gusta usar esos relojes, o no tienen, o se les olvida ponérselo... etc, etc, etc.
Si usted es una de ellas, la opción es usar la escala de esfuerzo percibido, del 1 al 10: donde 1 es reposo absoluto (puede cantar y seguir caminando sin problema) y 10 es esfuerzo máximo (no puede terminar palabras completas sin entrecortar las sílabas con jadeos).
La caminata en modo ejercicio debería ubicarse en un nivel 5 o 6, donde puede hablar, pero no cantar.
Más intensidadLa intensidad se puede aumentar caminando más rápido (de forma constante o por intervalos), subiendo cuestas o escaleras, o añadiendo peso (como cargar un bulto, por ejemplo).
Curiosamente, el artículo de Harvard no recomienda dar zancadas más largas, “porque eso, en realidad, lo puede frenar”. Tiene sentido. Además —pienso yo— uno se podría caer si empieza a “caminar raro”, ¿no?.
En cambio, los autores recomiendan otras estrategias para incrementar la intensidad que tienen que ver con la postura: mantener una postura erguida, doblar los brazos, apoyar primero el talón en cada pisada... y otros consejos que le compartiré en mi siguiente post.
